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domingo, 22 de enero de 2017

Las últimas entrevistas


Hoy han salido tres entrevistas a Oldfield muy interesantes. Posiblemente, éstas entrevistas cierren la promoción de RTO. No ha desvelado nada fuera de lo común, pero es muy agradable escuchar a Oldfield hablar de distintas cosas de su carrera discográfica.

Por un lado, empezamos con la ya anunciada entrevistas en Cadena Ser, donde en A Vivir Que Son Dos Días, Mike desde las Bahamas ha hablado con Javier del Pino sobre varias cosas interesantes, aquí rescatamos algunas de ellas:

¿Te llega todavía algún cheque por royalties de Tubular Bells?

Ya no recibo nada de venta directa. Se vende muy poco ya con todo el streaming que se hace por Internet, pero sí que recibo royalties porque Tubular Bells se usa en un montón de programas de televisión. Hace muy poco se ha estrenado una miniserie en televisión llamada El Exorcista y, desde luego, Tubular Bells es la música más popular para ambientar cualquier cosa que tenga que ver con el miedo. En torno a Halloween lo usan desde la CNN hasta la Liga Nacional de Fútbol Americano (risas).

¿Cómo has evolucionado como músico, como intérprete? ¿Crees que tienes el mismo virtuosismo por el que tantas veces has sido elogiado?
Por suerte, todavía puedo tocar con fuerza y emoción, como antes. Cuando empecé a grabar Return to Ommadawn llevaba varios años sin tocar mucho la guitarra. Mi problema principal fueron los dedos, los de la mano izquierda estaban muy rígidos y tuve que practicar una hora al día para quitarles la rigidez. Y mis uñas no son tan duras como solían ser. Ahora que soy más mayor tengo que tener cuidado de que no se me rompan, porque yo toco la guitarra con las uñas de mi mano derecha.

Vamos a hablar de ese disco que salió ayer a la venta. Return to Ommadawn. En el original había sonidos que nunca se habían usado antes en una grabación de este tipo, como gaitas o tambores africanos. ¿La nueva versión mantiene ese tipo de instrumentación?

No hay gaitas. Pero en el Ommadawn original había muchas flautas. No sé tocar la flauta, pero sí el flautín, que es muy sencillo y suena muy bien. Lo usé mucho en Hergest Ridge. Para Return to Ommadawn he podido tener aquí todo lo que me ha hecho falta. Mi compañía de discos estaba deseando que yo hiciera este disco. En cuanto les decía que me hacía falta algo me lo mandaban. Por ejemplo, siempre he admirado mucho a Paddy Maloney, de los Chieftains, y quería que viniera a tocar en este disco. Unos días después la compañía le puso en un vuelo privado y se plantó aquí con su banjo. Todo estaba muy bien organizado por la compañía de discos. Querían que yo hiciera un disco nuevo. Hicieron todo lo posible para facilitarlo.

En tu carrera has tenido muchos problemas con la industria discográfica, discos que no querías hacer, discos que querías hacer y no podías, contratos engañosos… ¿Cómo de libre eres ahora para hacer lo que quieres?

Es que ahora estoy libre de contratos. Return to Ommadawn es el último disco en mis obligaciones contractuales. Ahora estoy pensando qué hacer después. He empezado a trabajar en Tubular Bells IV. Musicalmente tendrá otras posibilidades porque será en un formato que permitirá a la audiencia crear sus propias mezclas. También llevará incorporados mundos de realidad virtual en los que podrás entrar en diferentes entornos y escuchar diferentes músicas. Estoy pensando en hacerlo solo para estas nuevas gafas de realidad virtual.

Publicas ahora Return to Ommadawn; el original fue tu tercer disco en 1975. De Tubular Bells has hecho varias versiones. ¿Por qué no del segundo, Hergest Ridge?
Hergest Ridge tuvo muy poco éxito en su día. Recuerdo las malas críticas y las cosas terribles que se dijeron de ese disco. Entonces no era consciente de que lo normal es después de un éxito tan enorme como el de Tubular Bells, era tener un fracaso con la crítica en el siguiente disco. Además, Ommadawn es probablemente mi disco favorito junto a Tubular Bells. No he vuelto a escuchar mucho Hergest Ridge.

Sé que este año has sufrido la pérdida de un hijo, que falleció de muerte repentina en el trabajo, tu padre también murió… Estando como estás en las Bahamas, ¿te sigue apeteciendo hacer música, no tienes la tentación de vivir la vida? Tienes 64 años…


No, nunca voy a dejar de hacer música. Desde que era muy pequeño la música no es que haya estado en mi vida, es que está en mi ADN, en mi existencia. Yo no escucho sonidos normales, para mí todo es música. Escucho el ritmo de los sonidos del mar, de la gente que habla… a veces estoy escuchando a alguien hablar y no estoy prestando atención a las palabras, sino a las entonaciones, a las consonantes. Todo es música para mi. No puedo dejarla. Sería como abandonar mi cuerpo.

La última vez que actuaste en directo, como decías, fue en la ceremonia de los Juegos Olímpicos de Londres. ¿Es cierto lo que has dicho, que nunca más volverás a actuar en directo?

Bueno, nunca digas nunca jamás. Esa actuación en la ceremonia de los JJ.OO. era el concierto más deseado para cualquier músico. Fue una experiencia tan fantástica, porque además no estaba solo en el escenario. Había miles de artistas bailando, haciendo acrobacias… (¡¡¡Guau!!!) ¿Cómo puedo superar eso en directo? Es difícil tocar en directo porque la manera que yo tengo de tocar la guitarra no es exactamente rock, no es exactamente folk… es difícil conseguir músicos que toquen lo mismo, porque cada uno toca a su manera. El vibrato que yo hago con mi guitarra es distinto al que hacen otros. Hace falta mucha gente. Creo que el mejor concierto que había dado hasta entonces es cuando presentamos Tubular Bells II en el Castillo de Edimburgo. Se puede ver en YouTube. Con 18 músicos. Y luego está lo difícil que es coordinar a toda la gente implicada, que lean música, que sepan lo que tienen que hacer… además, llevar tanta gente a conciertos en directo es muy caro, el transporte, el hotel, mover todos los equipos… no es lo mismo con un grupo de tres músicos.

Y una cosa, para los más fans… ¿Encuentras todavía rarezas en tu catálogo, en grabaciones antiguas, que ahora piensas en publicar? O al contrario, ¿has publicado cosas de las que te arrepientes?

(Risas) Al hacer las remezclas es fascinante lo que encuentro en los originales. A veces encuentro tomas falsas que no se publicaron… pero tengo que decir que estoy satisfecho con las decisiones que tomé en su día. Había razones para publicar lo que publiqué. Había canciones de las que hice varias versiones, por ejemplo, una canción que se llamaba Five Miles Out, de la que hice cinco seis versiones. No todas eran buenas, así que la que se publicó era definitivamente la mejor. Sé que a muchos fans les encantaría escuchar todas esas versiones previas, pero yo no entiendo por qué. Es como si piensas en una obra de Shakespeare y quieres leer el borrador que tiró a la papelera. Uno quiere leer la versión final de Romeo y Julieta. Pero sí que hay muchas cosas que ojalá no hubiera hecho, grabaciones estúpidas que hice hace muchos años, cuando estaba en una época un poco loca. Es divertido que a los fans les encanten canciones como una que se llamaba Don Alfonso ¡Les encanta! y a mí me parece… ¡buaaag!.



Otra entrevista a la que Oldfield ha hablado de su carrera y demás, ha sido en BBC Radio 6. Es una hora de entrevista donde Oldfield repasa su carrera y sobretodo se centra en sus inicios y en Tubular Bells.


Y, para finalizar (no iba ni a nombrarla), ha salido una asquerosa entrevista en The Sunday Times. Y digo asquerosa porque el entrevistador en vez de respetar a su entrevistado ha intentado bajo todos los medios tirarle al cuello a Oldfield llegando a decir barbaridades. Ésto nos hace abrir los ojos al hecho de que hay una parte de los británicos que no le tiene mucho aprecio a Oldfield por el hecho de que ya no tribute allí. Os dejo la traducción hecha por fairlight de la web www.mike-oldfield.es.

Mike Oldfield saca disco nuevo, pero no le esperéis de gira por aquí. Este pro-Brexit en el exilio, que añora la década de los 50, ni siquiera muestra la cara ante 0liver Th_ring

22 de enero de 2017 The Sunday Times

Mike Oldfield está solo, como de costumbre, en su casa de las Bahamas. "Aquí llevo una vida muy austera", afirma. "No quedo con Sean Connery ni con los multimillonarios de las urbanizaciones privadas". No tengo servicio". Labró su fortuna cuando tenía 20 años, seguro que tendrá asistenta.

"Bueno, sí", lo reconoce. "Viene unas horas a la semana". También le prepara toda la comida, "pero según mis recetas", apostilla. "Me gusta el pastel de pollo inglés y la comida a la brasa, y que las patatas asadas estén envueltas en queso parmesano primero".

Les contaría qué aspecto tiene hoy en día a sus 63 años, pero Oldfield hizo todo lo posible para evitar que le viera. Acordamos una videoconferencia por Skype, pero se conecta con la cámara apagada y sólo la enciende, mostrando sus reticencias, cuando se lo pido, total, para ver una palmera pixelada y la silueta de la mitad de su cabeza.

Cuando le sugiero que gire la cámara, pone como excusa que no sabe dónde está, y retrasa la situación tanto como puede, hasta el punto de parar la entrevista, de manera estrafalaria, alumbrándose la cara con una linterna. Me rindo y charlo con una mancha negra.

¿De qué se esconde exactamente? No ha salido de Nassau en casi cinco años, desde que volvió al Reino Unido para actuar en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Londres. Asegura con rotundidad que ésa será su última actuación: nunca disfrutó dando conciertos y no saldrá de gira bajo ningún concepto con su nuevo álbum "Return to Ommadawn", un guiño a música de sus primeros años.

Sin embargo, habría sido un honor para él actuar en la toma de posesión de Donald Trump. "Confiaba en que ganaría", afirma Oldfield. "Todo ha estado yendo cuesta abajo durante años. Necesitamos un gran cambio. Por eso estoy encantado con el Brexit". Le gusta leer libros sobre la 2ª Guerra Mundial. "¿Dónde estaría el mundo sin los rusos? Muchos de mis fans son rusos. Trump, Putin, China: todos los grandes países tienen que unirse para acabar con el terrorismo".

Su pesimismo frustrado podría ser comprensible: en el último año ha sufrido los azares de un divorcio que le ha salido considerablemente caro de su segunda mujer, Fanny Vanderkerckhove, una criadora de caballos francesa 24 años más joven que él. (Ha pasado de tener un yate de 20 metros de eslora a uno de 5). Al parecer, Vanderkerckhove se ha quedado con la custodia de sus dos hijos. Oldfield tiene otros dos hijos de una relación con una cantante noruegay tuvo tres más en los años 80 con Sally Cooper, una agente discográfica.

"El divorcio me ha dejado con unos problemas económicos terribles", asegura. "Y, tal y como está la industria discográfica, podría verme en graves apuros en pocos años". Y reflexiona: "Una simple ceremonia como la del matrimonio puede tener repercusiones nefastas si acaba saliendo mal".

¿Cuánto ha tenido que apoquinar? "No se me permite revelarlo, pero a mí me parece muy injusto".

¿Así que está soltero en estos momentos? "Sí. Felizmente soltero". Oldfield asegura que no echa de menos la compañía femenina porque su hermana vive en las Bahamas y puede verla. "No quiero tener nada romántico", afirma. ¿Ni amor ni sexo? "Nada. No pienso volverme a casar. Ni de coña".

El divorcio fue la guinda a dos años para el olvido. En mayo de 2015, el hijo mayor de Oldfield, Dougal, falleció un día en el trabajo por la mañana por causas naturales. Tenía 33 años. "Aún estoy asimilándolo", dice su padre. "Fue tan inesperado, cruel y desgraciado... Me duele mucho pensar en ello siquiera".

Ha hablado antes sobre sus años en el sofá del psicólogo. ¿A quién tiene hoy en día para hablar de lo de Dougal? "Para eso no necesito a nadie", asegura. "Soy fuerte. Soy capaz de hacerme de la idea de que se ha perdido algo para siempre sin desmoronarme".

Me alegra que sea fuerte: desde la infancia se enfrentó a problemas derivados de la salud mental y es encomiable que siempre haya hablado tan abiertamente del tema. Los primeros años de Oldfield en Berkshire parece que fueron idílicos. Pero entonces sus padres tuvieron un hijo con síndrome de Down, y mintieron al resto de sus hijos. "Nos dijeron que el bebé había muerto, pero luego me enteré de que había vivido dos o tres años en una especie de centro especializado", confiesa. La madre de Oldfield cayó en una depresión. "Se volvió adicta a los barbitúricos, tranquilizantes y al alcohol, y la familia se acabó desintegrando. Yo sufrí problemas psicológicos graves y me encerré en la música". Su madre falleció a medidos de los años 70, después de que Oldfield publicara su imperecedero villancico "In Dulci Jubilo".

Por suerte, Oldfield acabó convirtiéndose en un genio. Tras dejar el colegio en cuanto formó un grupo de música folk con su hermana, a los 19 años compuso "Tubular Bells", una larga obra, pionera del rock progresivo, en la que tocaba hasta 20 instrumentos.

Un joven emprendedor llamado Richard Branson lo fichó para su sello recién nacido y le ofreció un contrato de 35 años a un quizás ingenuo Oldfield. Tras el impulso que supuso su elección como tema principal de "El exorcista", el LP llegó a vender 16 millones de copias y permaneció en la lista de ventas del Reino Unido 250 semanas, consolidando a Virgin como un imperio y la fortuna de Branson, que ahora es otro multimillonario que vive en el Caribe.

Oldfield se arrepintió del contrato y acabó odiando a Branson: en 1990 coló "F*** off RB" en morse en uno de sus discos.

Tuvo una experiencia horrible con el LSD en los 60 y sufrió ataques de pánico, flashbacks y demás problemas en los años que siguieron. Se curó gracias a un polémico programa de hipnoterapia (hay quien asegura que era una secta) llamado Exegesis.

"Volví a nacer", asegura. "Pero tal cual: sentí la humedad en mi piel y me oí a mí mismo respirar por primera vez. Después de aquello, no volví a tener ningún ataque de pánico. Fue como si hubieran desactivado una bomba".

Al igual que muchos grandes artistas, Oldfield parece asediado por la ansiedad, la desconfianza en sí mismo y una piel bochornosamente fina. Cuando los críticos la tomaron con su difícil segundo trabajo discográfico asegura que "Me sentí rechazado por mi país". La música que él amaba dio paso al punk o, como él lo define: "Un tío flacucho y cabreado gritando chorradas con una maquinilla de afeitar en la nariz. Creía que el mundo se había vuelto loco".

Sorprendentemente, a pesar de contar con varios números 1 y millones de discos vendidos, Oldfield asegura que superó hace poco aquellas malas críticas. "Los Juegos Olímpicos supusieron un reconocimiento de mi persona", afirma. "Y la BBC me dedicó un documental en el que me elogiaba: deberías verlo. Después de todo aquello, me sentí como si me hubieran dado permiso para volver a ser yo mismo".

Algunos, entre los que me incluyo, pensaron que era raro que en la ceremonia inaugural de los JJOO se escogiera la música de un exiliado fiscal como himno de la sanidad pública.

"En los años 70", dice Oldfield respirando hondo, "destiné el 86% de mis royalties a los impuestos. Vine a las Bahamas por otros motivos [estaba de visita en el club náutico] y me enamoré del lugar. Luego me enteré de que nos se pagaban impuestos. ¿Y qué iba a hacer? ¿No vivir aquí porque no se pagan impuestos? Eso sería absurdo".

Quizá sí, aunque no estoy seguro de que esa fiscalidad tan generosa fuera tal sorpresa: al fin y al cabo, Oldfield recaló en Bahamas después de vivir en Mónaco, y antes había estado viviendo en Suiza. "Sólo estuve seis meses en Mónaco porque no me can bien los monegascos", asegura. "Y los extranjeros tampoco les caemos muy bien que digamos".

Para alguien que ha ganado tanto a lo largo de los años, parece que el dinero se le da fatal. Asegura que "sobrevivió a duras penas" durante los años 80 y recientemente dijo en otra entrevista una frase para la posteridad, que tenía "más abogados que amigos". Con los 40 cumplidos se mudó a Ibiza y vivió años de desenfreno tomando drogas y disfrutando de una "adolescencia tardía", confiesa. Vendió la casa que había mandado construir a Noel Gallagher de Oasis, quien le llevó a juicio, y ganó, al enterarse de que la casa se caía hacia el mar.

Ahora Oldfield parece un recluso virtual. Asegura que nadie quiere ir a trabajar con él a las Bahamas. "Tienes que prepararles el desplazamiento y todo eso, y es mucho trabajo". Insiste en que está "tremendamente" orgulloso del Reino Unido, pero en realidad tan solo le gusta el concepto.

"Recuerdo a los policías de mi infancia, con su característico casco y la porra, y pienso en lo seguro que me sentía con ellos", afirma. "Hoy en día la policía británica llevan ametralladoras. En aquella época no había radares de tráfico, ni cámaras de videovigilancia; nadie se preocupaba por la seguridad".

¿Qué haría falta para que volviera? "Tendría que cambiar el clima".

En la pequeña Nassau, con sus famosos arrugados y plutócratas, Oldfield encuentra los aires de su infancia más temprana y feliz. "Las Bahamas son muy británicas. Pero el Reino Unido de los años 50 y 60. Ése es el Reino Unido que amo. No el vuestro. No el Reino Unido de 2017".

A mí me parece todo muy triste, pero insiste en que está muy feliz. "¿Qué más podría querer?".


Oldfield, óbviamente, estaba muy disgustado con la entrevista, y en su facebook ha mostrado su cabreo, comentando que la mitad de cosas que ponía en artículo, no las había dicho. Y que se encontraba muy triste. Su hermana Sally en los comentarios le ha intentado levantar el ánimo, pero es lógico que se encuentre mal, tras leer ésto...

1 comentario:

  1. Evidentemente, la primera entrevista es la que mayor trascendencia musical ofrece... Nunca entenderé por qué Oldfield ha renegado de Hergest Ridge, llegando a casi ni escucharlo, cuando es una de sus mejores obras... La segunda entrevista, ni mencionarla... ataques por todos lados y preguntas que nada tienen que ver con su música.
    Aunque no sea correcto lo que vaya a escribir, doy en parte la razón al periodista al llamar a Oldfield "exiliado fiscal". No soy partidario de que se evadan para dejar de tributar en su país de origen. Cuando vi a Crivillé llamando burros a los deportistas, famosos, etc. que tributan en España... no me gustó nada.
    En cualquier caso, me alegra saber que al menos Oldfield no teme entrevistas amarillas y pretenciosas como la que he leído y se muestra totalmente a un nivel al que le costará llegar el medio en cuestión.

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